El camino hacia la “Tecnopolítica”

Venimos presenciando una época de cambios de toda índole, y en todos los ámbitos. Estamos viviendo (muchas veces sin darnos cuenta) una evolución en la historia de la humanidad. En este preciso momento nos encontramos ante uno de los cambios más profundos en cuanto a la definición de potencias mundiales.

Si bien gran parte de los últimos años de la Edad Moderna ha girado alrededor de la geopolítica, en lo que a las relaciones internacionales se refiere, vemos cómo en este momento se comienza a dar un giro muy importante hacia la “Tecnopolítica”, siendo precisamente la tecnología el nuevo factor que regirá el ajedrez de las relaciones internacionales a nivel global.

De la misma manera en que la geopolítica y la carrera armamentista, han gobernado las relaciones internacionales durante los últimos años entre las potencias mundiales, y han marcado la pauta para la conservación y determinación de dicho orden mundial; el desarrollo tecnológico actual de las potencias mundiales, así como el de sus grandes corporaciones de tecnologías, está marcando la pauta para el nuevo orden global.
Quiero compartir con ustedes lo que desde mi punto de vista serán las nuevas reglas de juego, jugadores y campo de juego para el ordenamiento de estas potencias a nivel mundial.

La disputa por supremacía tecnológica más evidente en este momento se está dando entre los Estados Unidos y China. Estados Unidos ha dominado globalmente y durante mucho tiempo en el campo de la Tecnología de la Información (IT). Su gobierno, universidades y espíritu emprendedor lo han dotado de décadas de liderazgo, tanto en hardware como en software. Sus ventajas militares y crecimiento del mercado bursátil, están dados por su supremacía tecnológica y la contribución de los “gigantes tecnológicos” (uno de ellos avaluado en +$2trn USD y tres más por encima de $1trn USD).

China por su parte, cuenta con recursos digitales en abundancia, siendo uno de ellos su gigantesca población de 1.4bn, lo que significa que eventualmente adquirirá una suma aún más grande de data y de expertos para desarrollar modelos de Inteligencia Artificial (AI). Sus gigantes tecnológicos desde Alibaba hasta Tencent se han convertido por sí solos en potencias dentro del campo de la Inteligencia Artificial y el cloud-computing. A diferencia de Estados Unidos y de la gran mayoría de potencias tecnológicas, China cuenta con su propia “gran barrera coralina tecnológica”: su gran Fire Wall nacional el cual le permite mantener el contenido digital “indeseado” afuera de sus límites. Adicional a su tamaño (población), China está activamente invirtiendo billones de USD en tecnología emergente desde Inteligencia Artificial y fabricación de chips, hasta “quantum computing” y redes 5G. Está también hackeando los sistemas de computación de otros países y consiguiendo propiedad intelectual en cada lugar que se lo permite.

Como consecuencia de esta disputa tecnológica, vemos cómo los gobiernos de cada país (US/China) empiezan a vetar tecnologías de empresas no nacionales (ej. US vs Huawei) y cómo el gobierno chino dobla sus esfuerzos para desarrollar tecnología en el sector de semiconductores para dejar de depender de empresas no nacionales.  Del mismo modo, vemos cómo las corporaciones empiezan a duplicar sus cadenas de suministro (ej. Apple planeando cadenas de suministro en Inda, paralelas a las que tiene ya en China).  Y esta separación no es solo en cadenas de suministro de las grandes corporaciones, ya se está dando en software y en otros campos también.

Pero no son solo Estados Unidos y China los que están en la contienda por la supremacía tecnológica. Están también países como India, la Unión Europea y Japón, así como grandes corporaciones tecnológicas como Alphabet, Apple y Microsoft, entre otros. Todos estos jugadores (tanto naciones como corporaciones) están en una pugna constante sobre diversos puntos alrededor de la tecnología, pero lo realmente importante es que si los países democráticos no llegan a un acuerdo común en cuanto a las “reglas del juego”, será China el país que termine definiendo estas reglas en gran parte del mundo y serán reglas desarrolladas para el confort y apoyo de las autocracias.

Es en este punto donde la Tecnopolítica empieza a jugar su papel: si Estados Unidos sigue por la senda de “nacionalizar” su política tecnológica, podrá cuando mucho permanecer como una superpotencia de tecnología a nivel global, pero si por el contrario decide abrir su política tecnológica con las demás potencias democráticos para crear unas reglas comunes y un marco colaborativo (gana – gana), podría convertirse en el “hub” de algo realmente insuperable, dejando de lado la amenaza de China. Sin duda el cambio de gobierno en Estos Unidos de Norte América, fue un primer paso necesario en esta dirección, pero de ahí a lograr llegar a un acuerdo común con los demás jugadores todavía implica un largo camino por recorrer.

Una propuesta que está sobre la mesa es la creación de un “Digital Trade Zone”, algo así como un tratado de libre comercio digital, donde sus miembros aceptarían un tratado común donde se promoverían aspectos como la ciberseguridad, la protección de la privacidad, y los valores democráticos de la Internet. Solo los países que cumplan con el tratado podrán ser miembros, y solo los miembros podrán comerciar digitalmente – libremente.

Si no se llega a ningún consenso global, la tecnología o el desarrollo tecnológico, seguirá desintegrándose y convirtiéndose en un “splinternet” en el que un proteccionismo digital se expandirá, muy similar a lo que ocurría con el sistema financiero global antes de la Segunda Guerra Mundial.
Para entender todo esto un poco mejor, un ejercicio ilustrativo es ver el mundo político como uno en el que la tecnología se comienza a ver cada vez más como una geografía. En la geopolítica, tanto las fortalezas como las amenazas de un país estaban dadas por su geografía (incluyendo los recursos naturales que poseía). De esa manera un país extranjero podría suponer un aliado o un enemigo potencial en busca de recursos. De la misma manera, las unidades de análisis para la actual Tecnopolítica son las plataformas: las tecnologías en que otras tecnologías son construidas, siendo Internet la plataforma de todas las plataformas.
Posiciones dominantes en este mundo tecnológico le dan poder a compañías como Google o Facebook que muchas veces sobrepasan las de muchos países. Así mismo, a medida que la economía de muchos países se vuelve cada vez más digital, estos podrán ser entendidos como plataformas. En la medida en que un país pueda explotar mejor sus recursos digitales (profesionales de tecnología, data, capacidad de cómputo, capacidad de banda de internet, etc.) aumentará su competitividad de la misma forma en que un país aumentaba su competitividad gracias a un recurso natural en el pasado.
El surgimiento de la computación en la nube y la inteligencia artificial está generando tensiones entre estas “plataformas-estado”. Veremos cómo la inteligencia artificial se convertirá en una de las áreas de mayor importancia dentro de la política de gobierno de un país, y cómo se crearán organizaciones globales para “controlar” la tecnología, evitar conflictos, y arbitrar llegado el caso. Dicha organización bien podría llamarse algo así como el “World Data Organization”, similar a lo que hoy en día es el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional o incluso la Organización de Naciones Unidas.
Sea lo que pase, estamos presenciando lo que será el nuevo orden tecnopolítico mundial y la redefinición de potencias a nivel global. Una razón más para estar atentos y vigilantes a esta evolución de la Humanidad, y contribuir con nuestro granito de arena para que los nuevos desarrollos de software y hardware estén alineados con el progreso de nuestra especie, el cuidado de nuestro planeta, y por qué no, la participación de alguno de nuestros países latinoamericanos dentro de las nuevas potencias tecnológicas globales.

Fuente: Por Carlos Gaviria, Director General Softland Colombia.

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