El 2018 cerró con la inflación más alta desde 19911. “El principal factor de la aceleración fue la disparada del dólar, que se reflejó en la suba del IPC núcleo (6,5%), seguido por el aumento en los precios regulados que trepó 6,3%”, según explica un informe de Ecolatina. Esta escalada del dólar, explica La Nación2, impacta en los costos de bienes e insumos importados, combustibles, fletes y productos exportables (entre los que se destacan los alimentos). Para comienzos de 2019, las esperanzas están fijadas en la negociación de las paritarias, cerradas alrededor de 23%, y una desaceleración de la inflación.
Es por esto que para los contadores es importante mantener sus cuentas bajo control, con claridad y tomando en cuenta la inflación que marcó el año fiscal. La Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas (FACPCE)3 envió a finales de 2018 una nota informando que el ajuste por Inflación debe aplicarse a los estados contables cuyos cierres operen desde el 1 de julio de 2018. Esta decisión surge del análisis de los índices disponibles, que superan el 100% de tasa acumulada en los tres años anteriores (junto con factores cualitativos planteados en las Secciones 3.1 de la resolución técnica 17 y 2.6 de la resolución técnica 41 para la re expresión en moneda homogénea de los estados contables). “Habrá un empalme entre el IPIM (Índice de Precios Internos al por Mayor), que era el indexador que pedían las normas hasta ahora, para que se utilice el IPC (Índice de Precios al Consumidor) Nacional.”4
Teniendo en cuenta el decreto que prohíbe a los organismos públicos de contralor recibir balances indexados, la FACPCE ha negociado con la CNV para que acepte estos balances contables con ajuste por inflación. Sin embargo, los cierres que operen entre julio y septiembre pueden optar por no realizar la re expresión de los estados contables, teniendo en cuenta5 que deben revelar información complementaria a su decisión y realizando el ajuste por inflación en el siguiente cierre de periodo o ejercicio de forma retroactiva.
Una de las formas más eficientes y ágiles de realizar este ajuste, es contar con un software ERP que tenga la capacidad de llevar adelante este proceso de manera automática. Softand ofrece soluciones a la medida que hacen más sencillo el cálculo por ajuste de todas las empresas e industrias.
“Las Pymes están pasando por un momento bastante complejo dado el escenario económico en el que estamos, porque la marcha sobre el plano inclinado es difícil. El viento de la inflación que eleva los costos y achica la rentabilidad sigue soplando contra la pequeña y mediana empresa. La mochila impositiva se torna cada vez más pesada, y los consumidores van perdiendo el aliento por el recorte de su poder adquisitivo”, señala Gabriela Robredo en Carta Financiera6. En una coyuntura volátil como el 2019, hay un riesgo para la estabilidad y rentabilidad de las Pymes, más que para otras empresas ya establecidas en el sector en el que se desarrollan. Con las herramientas correctas, una Pyme puede ser líder de sector incluso en un periodo con un cuadro económico complejo.
Entre las acciones que puede tomar cualquier compañía, y especialmente las Pymes, están la fijación de precios de venta, compra de maquinarias, capacitación del personal y la incorporación de software de gestión que le permita mejorar la rentabilidad del negocio. Con Softland, la digitalización y la unificación de la información se pueden condensar en una sola herramienta facilitadora para los líderes de la empresa. En este contexto inflacionario, la toma acertada de decisiones estratégicas es la diferencia entre una compañía estable y una que afronta un futuro incierto.
Con el ERP de Softland la toma de decisiones es mucho más sencilla, impulsa la compañía a la transformación digital y presta información en tiempo real de cómo se ha desarrollado el negocio en un determinado período de tiempo. Esto convierte a Softland en un aliado estratégico a la hora de marcar la diferencia en períodos inflacionarios y de incertidumbre.